miércoles, 19 de junio de 2013

La chica que me gustaba y ella quedaba conmigo porque le gustaba mi amigo.

No soy y nunca he sido un chico con un físico espectacular, más bien soy feo a ojos de unas y "mono" o del montón a ojos de otras, no tengo tableta de chocolate ni toblerone, soy bastante delgado y ya se sabe que a muchas les gustan los chicos fuertes para sentirse bravamente protegidas. Soy de los que creen que siendo feo piensan:  Cómo coño puede gustarles a las tías ese tío cuando es un gilipollas, yo soy mejor!? Creo que lo que prefiero de mi es mi locura, con ella me llevo genial, mi  imaginación y yo jugamos a amarnos días si, días no, pero ver por dentro es bastante complicado sin tener unas gafas de rayos X.

La introducción de todo esto es una historia que voy a contar, historia de la perversidad y de lo retorcida que puede llegar a ser la mente de una mujer.
Siempre he sido un chico tímido (con las chicas bastante tímido)
al cabo de los años he sabido más o menos vencer esa timidez y ocultarla o camuflarla (me ha costado  lo mío) No sé ligar, ese juego se me  da bastante mal, más que nada porque no me gusta bailar el agua a las chicas o decirles lo que quieren oír. Sinceramente a los chicos las chicas no nos dicen todo lo que queremos oír y saben como mandarnos a paseo.

Conocí a una chica una tarde entre semana, por aquel entonces no recuerdo que fecha del año era, empezaba a hacer calor, la primavera y los capullos salían al aire con fuerza.

Hablábamos no asiduamente pero llegamos a conectar en muchos aspectos, casi nunca la veía de fiesta, por lo que salía también bastante poco por los lugares que yo me movía.
Un buen día estuvimos tomando un café por la tarde y empezamos a empatizar,  habían cosas de ella que me gustaba y otras tantas de mí que empezaban a gustarle, muchos puntos a mi favor parecia tener yo.

Esa misma tarde mientras terminábamos el café, me llamó un amigo preguntando que hacía y cortésmente le invité a venir, puesto que era una charla de amigos no me importaba que se uniera.
Tarde genial, risas, carcajadas y algún que otro insulto cariñosamente. Sobre las 11 de la noche nos despedimos de ella y cada mochuelo fue a su olivo. Me alegró que se hubieran caído bien, es importante que los amigos de amigos se lleven bien.

Cuando me disponía a llegar a casa un mensaje me llego diciendo: M lo he psado gnial, hay q rpetirlo! (Odio la gente que escribe así los mensajes, te va a costar lo mismo poner enteras las 4 vocales que faltan!)
Sonreí y un suspiro aliviador salió emergente de mí.

A la mañana siguiente ella me habló, raro en ella, no hablábamos casi y me sorprendió.
-Que vas a hacer este finde?- Pregunto ella
-Pues he quedado con este y luego supongo que saldremos de fiesta!- Le aclare sin vacilar
-Espero poder verte!- Entusiasmada parecía

Aquella noche mientras estábamos de fiesta brotó de la oscuridad y allí estaba, me puso las manos en los ojos tapándolos y dijo esta pregunta tan absurda:
-Quién soy?-
Me quitó las manos y me sonrió, le dije que no esperaba verla por esos lugares y contestó que era imprevisible (Imprevisible si esa era tu palabra)

Hubo acercamiento y yo sinceramente lo estaba pasando bien, estuvimos en esa temática un par de semanas y yo empezaba a tener miedo porque me estaba gustando.
Nunca me han salido estas cosas bien, por eso si siento algo intento dejar que me guste o desenamorarme y si las cosas están muy claras y ella se lanza pues mejor.

Después de dos meses así, creo que tenía que decírselo y no tardaría, esa noche sacaría a flote lo que juzga el corazón y que claramente hay que hacerle mas caso al cerebro, que es el sabio y maestro del cuerpo.

Mi amigo me comento que era una chica pizpireta y que le caía bastante bien, me alegraba claro está!

La fatídica noche fue aquella que mientras bailábamos con un puñado de copas encima, se abalanzó a mi amigo y apasionadamente le besó, el sin vacilar apretó sus duras nalgas y le metió su lengua viperina hasta la garganta...Menudo panorama, debía irme de allí ya!
Dicho y hecho no me despedí y los dejé ocupados, mientras volvía a casa maldiciendo una y mil veces mi jodida suerte y claramente que solo fui un cebo o un juguete utilizado para llegar a él.

Aquella mañana me llamó y me dijo que porque me fui tan pronto con lo bien que lo estábamos pasando (Si, me hubieras dejado lamerte las tetas mientras te estabas liando con el otro, algo mínimamente bien dentro de lo que cabe me lo podría haber pasado)
No quería hablar con ella y le contestaba a monosílabos.
A lo que ella preguntaba:
-Te pasa algo?

PUNTO Y APARTE AQUÍ.
(Si en esa noche después de haber hecho lo que has hecho ves que estoy de mala hostia, está bastante claro porque estoy de morros contigo)
Pero no ella no se entera, ni lo duda acaso ni sabe por donde van los tiros, me sorprende lo subnormales que pueden llegar a ser a veces algunas tías.

Me dijo de quedar esa misma tarde para tomar algo, a lo que yo fríamente y descaradamente le dije que se lo tomara con quien ella sabía, que seguro que lo pasaría mejor.
Dudo que él le diera esas tardes de charlas sobre literatura, cine o charlas cómicas o con gran chispa, conmigo lo pasaba bien, conmigo se reía, tenía como ella decía: Todo lo que le gusta de un hombre. Pero claro faltaba lo mas importante, cuerpo de Adonis y cara de Dios.

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